Eran las 19:30 horas y el cielo ennegreció. Los malos augurios se ciñeron sobre un barrio que esperaba la salida extraordinaria de su Virgen de los Dolores desde hace meses y una tormenta atronadora a las 20:10 horas cambió el semblante de los que allí esperaban. La junta de gobierno decidió retrasar el comienzo a las 20:30 horas, pero, de nuevo, otra gran tormenta eléctrica cargada de agua provocó una nueva demora de una hora. En cada trueno, los aplausos en el exterior alentaron al resto. A las 21:30 se puso una nueva meta a la esperanza, pero no fue posible. Ya en noche cerrada, la lluvia no cesaba y el párroco, Alberto Tena, emblema del barrio, anunciaba la suspensión definitiva de la salida.Los vivas a la virgen desde la calle y en mitad de la tempestad cortaron la respiración. Don Alberto también contestó: «¡Viva nuestra Virgen de los Dolores!».
Las ilusiones se esfumaron y el templo permaneció abierto hasta las 23:30 horas, desde ese momento un reguero de vecinos empapados en agua y que se mantuvieron impertérritos en las puertas del templo durante dos horas, entraba a borbotones esbozando lágrimas en los ojos. Muchos con oraciones entre sus labios, otros con palabras hacia su Virgen. Esa es la verdad del Cerro.
Un barrio engalanado
Desde que comenzó el día el corazón palpitaba de una forma distinta en el Cerro. Era el de su virgen, era de nuevo 15 de septiembre, pero no sería igual que en otras ocasiones: la «patrona» y guía de su barrio salía en procesión extraordinaria. Así celebró la parroquia sus 75 años de vida,con el mejor tesoro que guarda para sus vecinos.
Antes del desastre, a las siete de la tarde, todo era un hervidero de emociones. Las calles engalanadas; Desde Afán de Ribera, Diamantino García Acosta o Párroco Antonio Gómez Villalobos; desde Juan Castillo Sánchez, Galicia o Lisboa; desde Teruel, Tomás Pérez, Álvarez Benavides o la que lleva su nombre. Guirnaldas, banderolas, colgaduras o el altar instalado por la hermandad del Rocío, que tuvieron que ser tapadas con premura por la lluvia, daban color al barrio más pueblo que tiene Sevilla, a una de las grandes verdades de la Semana Santa de la ciudad. Era septiembre, pero también Martes Santo.
La Banda de Cornetas y Tambores del Sol abría el cortejo y desde temprano esperaba formada en las puertas, las Nieves de Olivares esperaba en el interior. Más de 500 hermanos con cirios estaban dentro; algunos niños, otros adultos y los más veteranos, al final, junto al paso. Algunos aún recuerdan cuando su virgen salía en procesión de gloria como lo debía haber hecho ayer, otros solo guardan en su memoria una estación de penitencia de rojo burdeos que en 2019 verá el renacer de una nueva devoción en el barrio: el Señor de la Humildad.
La lluvia rompe ilusiones pero no la fe, de eso va sobrado el Cerro. «No pudo ser esta vez» decían muchos mientras entre lágrimas lanzaban besos a su Virgen de los Dolores. Con eso ya ha merecido la pena.
Sin palio y con olor a nardos
La Virgen de los Dolores se presentaba para esta ocasión como en las estampas en blanco y negro, sin palio. Así entre 1943 y 1987, cuando, ya convertida en hermandad de penitencia, dos años después cruzó la frontera antaño inabordable por el cauce del Tamarguillo para llegar a la Catedral como hermandad de penitencia. Para la ocasión, la imagen portaba el manto de salida de la Virgen del Refugio de San Bernardo, un monumento regionalista bordado por Esperanza Elena Caro en 1929 bajo diseño de Rodríguez Ojeda. Su paso volvía a oler a nardos como en aquellos septiembres. Un conjunto que también portaba astromerias, gladiolos, claveles y lisanthus.
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